El estigma social asociado con los trastornos mentales y los problemas psicológicos es de larga data. De hecho, la misma palabra "estigma" tiene connotaciones negativas y proviene de la antigua Grecia, donde un estigma era una marca con la que se marcaba a los esclavos o criminales.
Durante siglos, la sociedad no ha tratado mucho mejor a las personas con depresión, autismo, esquizofrenia u otras enfermedades mentales. En la Edad Media, la enfermedad mental se consideraba un castigo divino. Se pensaba que los enfermos estaban poseídos por el diablo, y muchos fueron quemados en la hoguera o arrojados a los primeros asilos, donde fueron encadenados a las paredes o sus camas.
Durante la Ilustración, los enfermos mentales fueron finalmente liberados de sus cadenas y se crearon instituciones para ayudarlos, aunque el estigma y la discriminación alcanzaron un lamentable pico durante el período nazi en Alemania, cuando cientos de miles de enfermos mentales fueron asesinados o esterilizados.
Hoy todavía no nos hemos liberado por completo del estigma que acompaña a la enfermedad mental. Muchas personas continúan percibiendo los problemas emocionales como un signo de debilidad y un motivo de vergüenza. De hecho, este estigma no solo afecta a las personas con el trastorno, sino que también se extiende a sus familiares, amigos más cercanos e incluso a los trabajadores que los ayudan.
El estigma de la cortesía, un rechazo social generalizado
Incluso familiares, amigos y personas cercanas pueden sufrir el llamado "estigma de la cortesía". Se trata del rechazo y descrédito social asociado a las personas que están en relación con los que están "marcados". En la práctica, el estigma de la persona afectada por el trastorno mental se traslada a quienes tienen relaciones familiares o profesionales con ella.
El estigma familiar es el más común y suele afectar a los padres, hermanos, cónyuges, hijos y otros familiares de la persona que padece el trastorno. Pero no es el único. Un estudio realizado en la Universidad de Victoria reveló que el estigma de la asociación también se extiende a quienes trabajan con grupos socialmente marginados y excluidos. El estigma de la cortesía también tiene un fuerte impacto en estas personas. Reconocen que sus amigos y familiares no apoyan ni comprenden su labor social y que los profesionales de otras instituciones y las personas en general los tratan mal. Esto obviamente acaba afectando su salud y es uno de los principales motivos que les lleva a dejar sus trabajos.
Las narrativas de culpa, vergüenza y contaminación son los principales factores que dan lugar al estigma de la cortesía. Las narrativas de culpa sugieren que aquellos que están conectados de alguna manera con personas estigmatizadas son culpables o responsables de las implicaciones sociales negativas del estigma. En cambio, las narrativas de contaminación sugieren que es probable que esas personas tengan valores, atributos o comportamientos similares. Evidentemente se trata de estereotipos infundados que se han ido transmitiendo a lo largo del tiempo y que no hemos podido erradicar por completo de nuestra sociedad.
La larga sombra del estigma de la asociación y el daño que causa
Los familiares sujetos al estigma de la cortesía sienten vergüenza y culpa. A menudo, de hecho, se culpan a sí mismos porque piensan que han contribuido de alguna manera a la enfermedad del miembro de la familia. También experimentan una profunda angustia emocional, aumento de los niveles de estrés, depresión y aislamiento social.
Por supuesto, se siente el peso del estigma de la cortesía. Investigadores del Columbia Uiversity entrevistaron a 156 padres y parejas de pacientes psiquiátricos que ingresaron por primera vez y encontraron que la mitad había tratado de ocultar el problema a los demás. ¿La razón? Experimentaron de primera mano el malentendido y el rechazo social.
Un estudio particularmente impactante realizado en la Universidad de Lund en el que 162 familiares de pacientes ingresados en salas psiquiátricas fueron entrevistados después de episodios agudos reveló que la mayoría sentía los largos tentáculos del estigma de la cortesía. Además, el 18% de los familiares reconocieron que en algunas ocasiones pensaron que el paciente estaría mejor muerto, que sería mejor que nunca hubiera nacido o que nunca lo hubieran conocido. El 10% de esos familiares también tenía pensamientos suicidas.
La calidad de la relación con la persona afectada también sufre este estigma extendido. Una serie de estudios realizados en la Universidad del Sur de Florida reveló que el estigma de la cortesía afecta a los padres de niños con discapacidades al inhibir las interacciones sociales y darles un aura negativa. Estos padres perciben el juicio y la culpa de los demás con respecto a la discapacidad, el comportamiento o el cuidado de sus hijos. Y la percepción social acaba ejerciendo una presión negativa sobre la relación entre las personas estigmatizadas y sus familias. ¿El resultado? Se reduce el apoyo social que reciben las personas con trastorno mental.
¿Cómo evitar el estigma asociado a los trastornos mentales?
El sociólogo Erwin Goffman, quien sentó las bases para la investigación del estigma, escribió que "No existe ningún país, sociedad o cultura en el que las personas con enfermedades mentales tengan el mismo valor social que las personas sin enfermedades mentales". Era entonces el año 1963. Hoy estamos en el 2021 y poco ha cambiado en el imaginario popular.
Los estudios han demostrado que la mejor manera de deshacerse de esos estereotipos, que tanto daño hacen, no es lanzar campañas vacías que solo sirven para engordar los bolsillos de las agencias de publicidad y limpiar las conciencias, sino que hay una forma menos espectacular y mucho más. Manera eficaz. de reducir el estigma de la cortesía: el contacto con los afectados.
Es simplemente cuestión de ampliar la mirada. Si tenemos en cuenta que alrededor del 50% de la población experimentará durante su vida algún episodio relacionado con un trastorno mental, ya sea ansiedad o depresión, es muy probable que conozcamos a alguien que sufre o haya sufrido algún problema emocional. Si somos conscientes de la existencia de estas personas en nuestra vida y de los problemas que atraviesan, tendremos una imagen más realista de los trastornos mentales que nos ayudará a repensar nuestros estereotipos para desarrollar una actitud más abierta, tolerante y comprensiva.
fuentes:
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